Claudio I
(Tiberio Claudio Druso Nerón Germánico) Emperador romano de la dinastía Julio-Claudia (Lyon, 10 a. C. - Roma, 54 d. C.). Era sobrino de Tiberio, sobrino segundo de Augusto y tío de Calígula, a quien sucedió en el año 41. Marcado por varias taras (era cojo, epiléptico y tartamudo), Claudio era tenido por un bobo en la corte romana, pues se había mantenido apartado de los asuntos públicos, concentrado en escribir estudios históricos sobre los etruscos y los cartagineses.Cuando la guardia pretoriana destronó y asesinó a Calígula, acabando con su despótico reinado, coronó a Claudio, que con más de cincuenta años era el único superviviente de la dinastía, pensando quizá en poner al frente del Imperio a alguien manejable. Claudio se reveló entonces como un hombre inteligente y un emperador capaz: amante de las tradiciones romanas, restableció el modelo administrativo de Augusto, repudiando el absolutismo en favor de una mayor colaboración con el Senado.
Trató de volver a la pureza de la religión romana, restaurando cultos abandonados y combatiendo los que entendía como «supersticiones» extranjeras (para ello expulsó de la ciudad a los astrólogos y a los judíos). Para mayor eficacia puso los cargos políticos decisivos en manos de sus libertos (como Polibio o Narciso), sentando las bases de la burocracia imperial. Extendió la ciudadanía romana entre los provinciales.
En el terreno exterior, impulsó la conquista de Britania (la actual Gran Bretaña) entre el 43 y el 47, así como la anexión definitiva al Imperio de Mauritania (norte de Marruecos y Argelia) y los territorios orientales de Licia, Panfilia, Judea y Tracia (43-46). Una de las lacras del reinado de Claudio fue la influencia que sus mujeres ejercieron en los asuntos de gobierno. Su tercera mujer, Mesalina, le ridiculizó públicamente con su escandalosa promiscuidad, hasta que se decidió a ejecutarla en el 48.
Casado luego con su sobrina Agripina (que a la vez era biznieta de Augusto), ésta le convenció para que designara sucesor a Nerón (hijo de un matrimonio anterior de Agripina), en lugar de Británico (hijo de Mesalina y -supuestamente- del propio Claudio). Conseguido su objetivo, Agripina envenenó a su marido y vio acceder a su hijo al Trono imperial.
Aporte Arquitectonico:
"Acueductos"
Roma tenía siete colinas y once acueductos. La grandeza de la ciudad crecía proporcionalmente al agua que entraba en ella. Cuando los bárbaros cortaron su suministro, Roma cayó.Hay puntos en la ciudad donde todavía hay restos de los gigantescos arcos de estas obras de ingeniería. La grandeza de Roma también esta patente en los restos de los acueductos del sudeste de Roma.
Los acueductos eran canales construidos en cemento a prueba de agua y están cubiertos con losas de piedra. Manteniendo una inclinación constante respecto al suelo, transportaban el agua que recogían de las colinas hasta la ciudad. Para que el agua tomara presión y se almacenara en grandes depósitos construidos junto al manantial.
Cuando el agua llegaba al centro de Roma abastecía las fuentes y edificios públicos. Los romanos destinaban una gran parte de erario público para el mantenimiento de las instalaciones, para así garantizar el abastecimiento constante de agua fresca y limpia.
Durante su mayor esplendor, Roma disponía de abundante agua fresca y limpia; sin embargo durante los asedios de los bárbaros sufrió frecuentes cortes de suministro de agua, hasta que se seco.
Aunque su origen ha sido siempre un enigma y no se ha dudado en atribuirlo a deidades míticas. El cronista barroco de Segovia, Diego de Colmenares, no titubeó al dictaminar que la construcción del gigantesco acueducto se debió a Hércules Egipcio (Osiris), mítico fundador de la ciudad.
Los eruditos del siglo XVIII lo reconocieron como vestigio importantísimo de la cultura romana, pero no llegaron a un acuerdo sobre el emperador que mandó edificarlo: Trajano para unos y Augusto según otros.
En época más reciente, el ingeniero restaurador del monumento, don Carlos Fernández Casado, lo relacionaba acertadamente con el acueducto llamado Aqua Claudia, en Roma, del tiempo del emperador Claudio, a mediados del siglo I.
Sin embargo, este emperador no demostró interés especial por España, lo que no hace probable que ordenase construir una obra tan compleja y onerosa. Más bien el acueducto debe remontarse a la época de Trajano, al que una tradición que arranca del siglo XIII atribuye origen segoviano.
Pero los enigmas subsisten debido a que el acueducto es un monumento mudo: ni una sola letra ni un vestigio escultórico permiten formular hipótesis sobre su origen ni su antigüedad. Sus constructores fijaron la inscripción conmemorativa con letras de bronce dorado y de bronce también fueron las efigies allí instaladas. La corrosión y la rapiña popular bien pronto acabó con ambas.
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